viernes, 31 de julio de 2009

O OSÍXENO DE ETA

Eta atentou de novo. En Burgos, contra unha casa cuartel da Guarda Civil. 64 feridos leves, pero puido ser unha traxedia. E matou novamente en Mallorca. A dous guardas civiles. ¿Simple campaña de verán? ¿Haberá novas conversas cun Goberno que parece estare contra as cordas?
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Pontevedra, 31.08.2009
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Entrada n. 1025 do blog
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O OSÍXENO DE ETA,
por Xesús López Fernández
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O osíxeno de ETA parece ser esa espiral de violencia e morte qu´os acompaña dende que comezaron a matar. Coido que nengún tipo de ideoloxía nacionalista pode xustifica-la práctica da morte como escalada a non se sabe donde. Co título desta entrada publica hoxe no ABC un traballo Edurne Uriarte, que está incluído no abano de enlaces que figuran no que se inclúe de ABC. Título suxerente, que os interesados han poder localizar clicando no indicado enlace.
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Selecciono, ademais, o texto dun artículo de Carlos Herrera publicado no mesmo medio. Un artículo clarividente. Sigue:
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"Yo hoy brindo por ellos",
por Carlos Herrera, ABC, 31.08.2009, venres
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LA tarta de cumpleaños ha podido ser decorada con dos velas negras. Hubieran querido más, muchas más, pero la fortuna no les acompañó en su golpe fundamental: si se hubiera derribado la casa de Burgos, hoy serían tantas velas como años hace que el nacionalismo vasco vivió una escisión en su seno de la que nació el terrorismo de ETA, pero la mala puntería o la fortuna ajena hicieron imposible el sueño con el que hubieran hecho felices al montón de psicópatas que forma su estructura. Tal y como recordaba ayer en Tercera el profesor Rogelio Alonso, los miembros de la ETA argumentan algo semejante a lo que el IRA afirmó con motivo del intento de asesinato de Thatcher en 1984: «nosotros sólo hemos de tener suerte una vez, ellos siempre». En Calviá se produjo el golpe de fortuna y aún creo escuchar los vítores en algunas celdas de prisiones, aún oigo descorchar botellas de espumosos en las cavernas tabernarias, ya me imagino la cara de satisfacción de decenas de concejales de poblaciones norteñas, ya veo la boca salivada de jóvenes revolucionarios con pendiente y sudadera. Ya les veo celebrar el medio siglo con un festín de cadáveres alrededor de los cuales danzan con el cuerpo lleno de sangre. ¿Y, mientras tanto, nosotros qué? ¿Otra vez al llanto? ¿Otra vez a recogernos en casa compungidos y en silencio como viene siendo todos estos cincuenta años?
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¿Quién tiene que tener miedo? ¿Los que somos más y mejores? El pueblo español ha mostrado sobradamente su capacidad de paciencia, pero también de temor; algunos sectores magramente poblados han mostrado, a su vez, no poca miseria y cobardía cuando dedicaron unos cuantos de estos cinco decenios a mirar hacia otro lado; otros utilizaron lenguaje melífluo, gomoso, pretendidamente confuso para justificar ideológicamente al asesino «aunque no se compartan las formas» -como si esto fuera un concurso de buena educación-; finalmente, unos cuantos apoyaron, desde el nacionalismo vasco y algún que otro reducto reaccionario de la península ibérica, la llamada lucha armada. En el frente de aquellos que han mantenido el mismo discurso durante este tiempo, con Franco vivo o con Franco muerto, de aquellos que han dado la cara contra esta colección de salvajes permanentemente alimentados por el discurso nacionalista, de aquellos que han escrito y firmado palabras claras, que no se han escabullido, que no han escurrido el bulto, que han estado en los funerales, que han colaborado con las víctimas, que han acusado al que puso la bomba y no al que la debía retirar, por lo visto, con mucha celeridad, que se han jugado el tipo ante los amigos de los asesinos, que no han querido capitular ante ningún tipo de chantajes, que no han admitido que un Estado democrático tenga que ceder en negociación alguna con un colectivo de criminales, que han tenido que aguantar que tantísimo estúpido español le llamara «facha» por sostener principios sólidos, que no han sucumbido, en suma, ante el relativismo perverso de nuestro tiempo, en ese frente, digo, no había tantos. Otro gallo hubiera cantado si desde los inicios de esta cincuentena siniestra se hubiese apostado de forma inequívoca por una lucha a todos los niveles. Con Franco y sin Franco, que ahora es muy fácil escudarse en que contra el dictador todo valía, o que había que entender algunas posturas. Pues no, no todo valía y no había que entenderlo todo, como por ejemplo la ETA.
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Yo hoy también voy a brindar por estos cincuenta años. Sin velas negras. Con las velas blancas de los íntegros que no se han escondido en el armario de casa. Y voy a brindar por los que han arriesgado la vida o algún tipo de seguridad por mantener una postura digna e inequívoca. Por tantos valientes españoles que, desgraciadamente, no han sido mayoría. Vivan ellos, y con ellos que viva España.
http://www.carlosherrera.com/
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