Entrada n. 559 do blog
COMENTARIO DE Xesús López Fernández
O traballo que sigue é un artículo breve e preciso dun colaborador de La Voz de Galicia, César Casal. De forma moi resumida dí algo do que neste blog se ven denunciando, algo no que o titular do mesmo ten insistido ó longo d´anos.
O citado articulista non fala da ría de Pontevedra, pero fala de todas, polo que a nosa queda tamén dentro do seu discurso. E algo hai gravísimo en moitas das actuaciós que se están a faceren, como é o feito de engañar á UE pra obter fondos prá construcción de pasarelas, depuradoras ilegales en dominio público marítimo terrestre, e vendernos eso, pra máis burla, como obra ben feita.
O artículo de César Casal dí moito máis do que parece. Noraboa.
Las rías, por César Casal. 12.07.2008 (La Voz de Galicia)
Nos reímos de las rías y así nos va. Somos el único país capaz de asaltar su propia caja fuerte sin ruborizarse. De reventar su riqueza y mirar hacia otro lado. Las rías eran un milagro. La leyenda dice que Dios las creó cuando, después de hacer el mundo, al séptimo día descansó y apoyó los dedos de su mano sobre la costa gallega. Así modeló esos espacios naturales, donde riqueza y belleza se besan.
Pero lo que tenía que ser un ejemplo lo hemos convertido en expolio y destrucción. La contaminación en la ría de Vigo indignó a la UE. Los fondos de la ría de O Burgo son un pastizal de desagües y excrementos. Una foto de La Voz permitía comprobar que la ría de Viveiro, con marea baja, dejaba ver hasta un carrito de la compra. El furtivismo castiga de forma impune las rías.
Hicimos paseos marítimos, con nuestras casas de cemento armado, donde no existían canalizaciones ni depuradoras. Tiramos el dinero europeo en construir aceras y barandillas, para mirar a rías que apestan y que obligan a tapar la nariz.
El otro día paseaba por O Burgo y oí que un niño le preguntaba a su padre: «¿Por qué huele tan mal aquí y tan bien mamá?». A veces, una pregunta es la mejor respuesta. Destruimos la naturaleza y pagamos por la colonia en los centros comerciales. Odiamos lo natural. Somos seres artificiales. Terminaremos diciendo que nos gusta el olor del napalm por las mañanas.
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