viernes, 5 de diciembre de 2008

IGNACIO URÍA, IN MEMORIAN

Esteban, La Razón, 6.12.2008. Outros recollen as noces.... e choran.
Montoro, La Razón, 7.12.2008. Oposición con moderación sobre nubes d´algodón.
Esteban, en La Razón. Xogando ó tute. Como se nada...
Caín, La Razón, 6.12.2008. A Constitución non fala de restar.
Montoro, en La Razón. "Firme" determinación....
Esteban, en La Razón. Sen comentarios.

Pontevedra, 5.12.2008

Entrada n. 741 do blog

IGNACIO URÍA, IN MEMORIAN

Sendo como era de Azpeitia, un home do lugar, parece que naquela sociedade primou máis o medo que outra cosa á hora de arroupar á familia do empresario asesinado.

Mellor do que eu poida decir vaian a continuación varios artículos ou enlaces, denunciadores da maldade que aniña en moitos corazós. Vaia primeiro un artículo de Alfonso Ussía, aparecido en La Razón, 4.12.2008:

La Partida,
por Alfonso Ussía

La basílica de Loyola hace de frontera entre Azpeitia y Azcoitia. Valle triste, más aún en los inviernos adelantados. El presbítero Astarloa, en su «Apología de la Lengua Bascongada» escribe de las lunas frías. La de diciembre, «lotasillá», es la del mes que se detiene; la de enero, «urtarillá», la del mes de las aguas; la de febrero, «Otsaillá», la del mes de los lobos o del frío, y la de marzo, «jorraillá», la del mes del escardio. El paisaje del norte de España es melancólico y apesadumbrado en los inviernos, y el del valle de Loyola, más triste que ningún otro.

Como la grandiosa basílica de Ignacio, que encoge de austeridad los ánimos. Ignacio Uría cantaba en su coro. Azpeitia tiene un alcalde proetarra de ANV, y gobierna con el apoyo de Eusko Alkartasuna -el partido del consejero de Justicia Azkarraga-, y Aralar, lo del navarro Zabaleta. Ignacio Uría era un empresario afiliado al PNV. Sus amigos le decían «gorría», por el tono enrojecido de su piel. A los setenta y un años, trabajaba, visitaba sus obras, cantaba en el coro y comía diariamente en un restaurante inmediato a su empresa, y después jugaba a las cartas con un grupo de amigos.

La empresa de Ignacio Uría construía un tramo del Tren de Alta Velocidad en tierras vascas, proyecto al que se opone la ETA que mata y la ETA que gobierna algunos ayuntamientos. El de Azpeitia, sin ir más lejos. Un objetivo fácil, y dos disparos mortales cuando acudía a la cafetería a jugar con su cuadrilla al tute. Ignacio Uría era muy querido en Azpeitia, y en la cafetería y el restaurante no creían que lo hubiesen asesinado. «Pero si era de aquí, y de toda la vida»¿ No obstante, los parroquianos habituales callaban ante la tragedia. Los etarras gobiernan Azpeitia, las palabras se oyen, y los miedos crecen. Además, muy probablemente, algunos de los presentes eran votantes de ANV, es decir, de la ETA. «Pero si era de aquí, y de toda la vida»

Eso sí se atrevieron a decirlo, como si no ser de allí y de toda la vida justificara los asesinatos. Así está de podrida una buena parte de la sociedad vasca. No se valoraba el hecho terrible del crimen de un hombre honrado y bueno, sino el asombro de que hubiera sido asesinado «siendo de allí y de toda la vida». Y entonces, sus compañeros de partida, hicieron lo que parece que puede considerarse normal en aquellos ambientes.

Ignacio Uría no podía jugar esa tarde al tute porque lo habían asesinado. Su cadáver se hallaba a pocos metros de la cafetería, y el silencio de los corderos, la cobardía de los mansos, imperaba en el local. Un parroquiano habitual fue invitado a ocupar el sitio de Ignacio, «que era muy simpático, se reía mucho, vaya si se reía». Sensibilidad popular.

Todos con la cabeza gacha y la prudencia en sus bocas. El juez había ordenado el levantamiento del cadáver y los de la cuadrilla ocuparon, con el sustituto de Ignacio Uría, la mesa de juego. E hicieron lo que todo ciudadano sensible y valiente lleva a cabo cuando acaban de asesinar a un amigo y compañero diario de juego. Barajar las cartas, repartirlas según lo reglamentado y comenzar la partida. Muy cálido y cariñoso, pues.

[ABC, 5.12.2008. Gomorra, de Ignacio Camacho]

[ABC, 5.12.2008. Órdago a muerte, de Carlos Herrera]

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