viernes, 6 de febrero de 2009

IRENE VILLA, EN LA RAZÓN

Os odios, as guerras pasadas, a historia contada doutro xeito coa esperanza absurda de cambia-lo parte final da victoria franquista, están presentes nos discursos políticos. Este país, que tivo un dos mellores plans de bachelerato do mundo está a punto de esgazar. Pra elo invéntanse linguas ou elévase a súa importancia pra ir, a golpes, deseñando unha patria surrealista: en Cataluña, no País Vasco, agora en Galicia, [o Portugaliza que quer o Bloque]. Queren privar de sentido común á sociedade enteira. Ciamos, como di Caín no seu chiste de La Razón. Pero o que realmente fai falla é que todos aprendamos a nosa Historia real, agregado o capítulo da documentación de Alcalá-Zamora recentemente aparecida, que aclara incluso ós roxos que foi a Frente Popular a que desencadeu o Alzamento Nacional.
Irene Villa, víctima de ETA, despois dun longo calvario foi sobardando os seus sofrimentos. Dende hoxe, La Razón ábrelle, como tiña anunciado, un espacio prá súa colaboración semanal. E xa neste primeiro traballo, contra a mofa e befa do goberno, afirma que creer é, ó mellor, o único que lle queda ós queren disfrutare da vida en contra dos necios propagandistas dos buses ateos.
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Pontevedra, 6.02.2009
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Entrada n. 813 do blog
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Leéde o artículo de Irene Villa, optimista contra os que queren acabar coa idea de Deus con campañas de parvaxolos, exilialo, deixar á sociedade desprotexida.
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NI MIL CAMPAÑAS,
por Irene Villa

6 Febrero 09
Justo en tiempos delicados para unos, e insostenibles para otros, recibimos el mensaje: «Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida». Creer es disfrutar de la vida. Creer, «probablemente», es lo único que a muchos les queda. Se lo tienen que agradecer a todo lo que parece querer ocultar esta campaña: la economía sigue cayendo, millones de personas se han quedado sin trabajo, aumenta la delincuencia, se triplica la exportación de armas, familias endeudadas, la subida de la luz... y no sigo porque me quedo sin columna. Ante este panorama, vienen a demoler algo que, además de ser amor y atraer cosas buenas, significa plenitud. «Probablemente» de ello carezcan quienes no disfrutan de la vida. Por eso no entienden de sumar, aportar y beneficiar, y sí de restar, obstaculizar o dañar. Lo que me sorprende es que esta campaña que cuestiona el amor y la esperanza comience justo cuando más necesitamos estos valores. En crisis, con gran tensión y falta de equilibrio, no es el mejor momento para debatir los pilares esenciales de tanta gente. La ausencia de ellos, por cierto, favorece el mal y los pensamientos negativos. Tendrían que saber que hay estudios que demuestran que los creyentes están más satisfechos con la vida que los no creyentes. Una de las grandes virtudes del hombre es la fe. De ella se derivan potentes fortalezas que facilitan nuestro camino, como la espiritualidad, la gratitud, la esperanza, el perdón... ¿Para qué una campaña publicitaria quiere arrancarnos estos valores? ¿Cuál es el fin? ¿Vaciarnos? ¿Suscitar nuestras debilidades? Lo menos deseable para el progreso es una sociedad frágil y maleable. «Probablemente», para algunos, es mejor que no tengamos donde agarrarnos. Es verdad que, ante infortunios y avatares, hay que esforzarse por disfrutar de la vida, pero un mensaje positivo y tranquilizador sería mucho más útil que despojarnos del ilimitado y más enérgico poder humano: la fe. Nunca me obligaron a creer, de hecho aún estoy en el camino, pero el que estos autobuses dirijan mi opinión lo único que logra es el efecto contrario.



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