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Pontevedra, 25.02.2009
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Entrada n. 854 do blog
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O PAÍS DIMITEU A BERMEJO,
por Xesús López Fernández
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Pola súa forma zafia de falare, polos seus xestos no Congreso, pola súa arrogancia á hora de impartire críticas ou de censurare á dereita, el, coas súas raíces no qu´o seu partido defineu como o peor da memoria histórica, fillo dun xefe local da falanxe, cazador e presunto tramador compulsivo ó servicio de ZP; cazador sen licencia ou gratis total, debería aclararare públicamente ante o país, facere confesión xeral e aberta xunto cos seus compañeiros de caza de todo, todo o que d´escuro e bochornoso queda tra-la súa dimisión, que non abonda prá súa dignificación cando presuntamente pode haber moito que restituir ó común dos españoles, pra se sacare de riba de sí todo o zudre có que vai quedar aromatizado pra un longo tempo.
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A súa dimisión tampouco dignifica ó PSOE que, habilmente, nomeou como novo ministro de Xusticia a Francisco Caamaño, galego que, á marxe do seu posible saber e valor, parece foi nomeado pra ver de perxudica-lo menos posible a campaña do partido nas elecciós galegas, nas que tamén contan moitas cousas que levan perxudicado ó noso país de forma sistemática. Sen dúbida, a dimisión veu motivada polas críticas da cidadanía ó seu escandaloso proceder, forma de cazar, e de participar en tramas.
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Un dos articulistas máis críticos de La Voz de Galicia, Ernesto Sánchez Pombo, publicaba onte un traballo que vai, precisamente, no sentido apuntado no titular desta entrada, que reproducimos seguidamente:
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EL PAÍS DIMITE A BERMEJO,
Por Ernesto S. Pombo
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El ministro Bermejo no ha dimitido. Lo ha dimitido el país en pleno. Los socialistas, los populares, los nacionalistas, los independientes, jueces huelguistas, cazadores furtivos o no, los pensionistas, los parados y los del coro del San Antonio. Porque este país ha sido un clamor contra los deslices, maneras, bravatas y arrogancia del ya ex ministro. Hay que celebrar que hoy soportemos mal que un ministro se vaya de cacería. No hace tanto las cacerías las premiábamos con la Medalla de Galicia. Eso sí, tenían que acabar en una tragedia. Hoy las cacerías acaban con el cazador en la calle, que es como tienen que acabar. Pero hay que reconocerle el mérito porque no es habitual que un ministro marche después de que el presidente del Gobierno y adjuntos salgan en su defensa como salieron en la de Bermejo.
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Mariano no va a ser recordado como un gran ministro. Ni siquiera como un ministro escasamente eficaz. Se va dejando atrás una trayectoria tremendamente convulsa, polémica y de enfrentamientos permanentes con casi todos, incluidos los suyos. En su morral hay que colocar decenas de reveses y de torpezas, aunque ahí no tiene cabida la huelga de jueces, que la hubieran celebrado aunque la titular de Justicia fuera la madre Teresa de Calcuta. Bermejo se va al escaño dejando paso a un gallego que llega con la etiqueta de capacitado, hábil, exigente y eficiente. Desconocemos si tiene aficiones cinegéticas como su antecesor. Como desconocemos si habrán tomado nota los que, estando implicados en sumarios por corrupción, miran hacia otro lado. Exactamente el opuesto al queEl ministro Bermejo no ha dimitido. Lo ha dimitido el país en pleno. Los socialistas, los populares, los nacionalistas, los independientes, jueces huelguistas, cazadores furtivos o no, los pensionistas, los parados y los del coro del San Antonio. Porque este país ha sido un clamor contra los deslices, maneras, bravatas y arrogancia del ya ex ministro. Hay que celebrar que hoy soportemos mal que un ministro se vaya de cacería. No hace tanto las cacerías las premiábamos con la Medalla de Galicia. Eso sí, tenían que acabar en una tragedia. Hoy las cacerías acaban con el cazador en la calle, que es como tienen que acabar. Pero hay que reconocerle el mérito porque no es habitual que un ministro marche después de que el presidente del Gobierno y adjuntos salgan en su defensa como salieron en la de Bermejo.
Mariano no va a ser recordado como un gran ministro. Ni siquiera como un ministro escasamente eficaz. Se va dejando atrás una trayectoria tremendamente convulsa, polémica y de enfrentamientos permanentes con casi todos, incluidos los suyos. En su morral hay que colocar decenas de reveses y de torpezas, aunque ahí no tiene cabida la huelga de jueces, que la hubieran celebrado aunque la titular de Justicia fuera la madre Teresa de Calcuta. Bermejo se va al escaño dejando paso a un gallego que llega con la etiqueta de capacitado, hábil, exigente y eficiente. Desconocemos si tiene aficiones cinegéticas como su antecesor. Como desconocemos si habrán tomado nota los que, estando implicados en sumarios por corrupción, miran hacia otro lado. Exactamente el opuesto al queEl ministro Bermejo no ha dimitido. Lo ha dimitido el país en pleno. Los socialistas, los populares, los nacionalistas, los independientes, jueces huelguistas, cazadores furtivos o no, los pensionistas, los parados y los del coro del San Antonio. Porque este país ha sido un clamor contra los deslices, maneras, bravatas y arrogancia del ya ex ministro. Hay que celebrar que hoy soportemos mal que un ministro se vaya de cacería. No hace tanto las cacerías las premiábamos con la Medalla de Galicia. Eso sí, tenían que acabar en una tragedia. Hoy las cacerías acaban con el cazador en la calle, que es como tienen que acabar. Pero hay que reconocerle el mérito porque no es habitual que un ministro marche después de que el presidente del Gobierno y adjuntos salgan en su defensa como salieron en la de Bermejo.
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